martes, 14 de mayo de 2013

LA SALINIZACIÓN DE NUESTROS RÍOS

LA SALINIZACIÓN DE NUESTROS RÍOS


El origen de la salinidad en los ríos puede ser natural, debido a la geología del terreno o a la climatología, o bien antropogénico, es decir, generada por vertidos domésticos e industriales, por la actividad minera o por residuos agrícolas y ganaderos, entre otros.
En ecosistemas fluviales de todo el mundo, el exceso de sal en los ríos a causa de la actividad humana es un factor que condiciona la supervivencia de organismos y comunidades, la biodiversidad y el equilibrio ecológico de todo el ecosistema, y genera también efectos de carácter económico y problemas de salud pública.

El ejemplo más extremo de salinización se encuentra en algunos ríos de Australia. En el continente europeo, el proceso de salinización de ríos por la acción de las personas se está agravando desde hace años. En la depresión del Ebro, debido a las características del suelo y del tipo de agricultura que se practica, existen ríos todavía más salados que algunos de Australia , pero aquí las prioridades en la gestión de los recursos hídricos tienen poco en cuenta la conservación de los sistemas fluviales y esta cuestión no se corrige. Todavía es más grave el problema en la región de Murcia: donde riegan mucho y hay poca agua, y los ríos son salinos por el efecto del exceso de explotación del agua. 
En la red hidrográfica catalana también existen tramos con niveles altos de salinidad. El nivel de salinidad del tramo bajo del Llobregat a partir de la zona de la minería de potasa está en el límite del uso agrícola y es inaceptable para el uso humano. La situación no es tan alarmante como en los ríos de Australia pero es preocupante. Y en el tramo bajo del Besòs sucede lo mismo: las aguas cada vez son más saladas, en este caso no por la actividad minera sino por procesos relacionados con la descalcificación del agua.  
La abundancia de sal también afecta negativamente la potabilización del agua. Obliga a implantar, por ejemplo, nuevas tecnologías, como la ósmosis inversa, que han encarecido el proceso de potabilización del agua de consumo en las plantas. Además, el uso de cloro para potabilizar el agua produce muchos compuestos químicos derivados que pueden ser tóxicos para el medio ambiente y la salud. 

El marco legislativo actual es todavía "demasiado flexible" en relación con los límites de la concentración salina que pueden tener los ríos. A escala europea, la salinidad tampoco se considera un problema principal y no existe ninguna directiva de regulación. El factor empresarial e industrial, en muchos países, prevalece sobre la necesidad de establecer una legislación más restrictiva.
Los efectos del cambio global podrían incrementar todavía más la salinidad de los ríos en muchas regiones.  En comparación con otras regiones del planeta, se espera que en la región Mediterránea disminuyan las precipitaciones, se incremente la sequía, el consumo de agua y, en consecuencia, la salinidad en los ríos. 
Puedes leer el artículo en que se basa este post aquí.

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